My Photo
Name:
Location: Valparaíso, Quinta Región, Chile

Casado con Nina María Soto (1964): 8 hijos, 16 nietos. Estudios: Derecho (Chile); Ciencias Políticas (Heidelberg, Alemania). Habla, lee y escribe alemán e inglés. Lee francés, italiano, portugués y holandés. Computación desde 1983. Internet desde 1994. Bloggers desde 2005. Autodidacta. Adaptable a las responsabilidades asumidas. Últimos cargos públicos: Agregado Científico en embajadas de Chile en Alemania y Holanda (1991 a 1995), Embajador de Chile en Venezuela (entre 1995 y 2000). Secretario General del Sistema Económico Latinoamericano, SELA (2000 - 2003) Libros: "Hermano Bernardo" sobre Bernardo Leighton y "La no-violencia activa: camino para conquistar la democracia". Numerosos ensayos políticos en diversas publicaciones. Profesor universitario (Chile y Alemania), periodista (prensa y TV) y diplomático. Hago consultorías y escribo permanentemente sobre muy variados temas. Actualmente soy Presidente del Instituto Chileno de Estudios Humanísticos, ICHEH, con sede en Santiago.

Saturday, May 27, 2006

METODOLOGIA DE LA NO-VIOLENCIA ACTIVA

En el Encuentro de Obispos latinoamericanos llevado a cabo en Bogotá, Colombia, en 1977, ya aludido en el capitulo anterior, el austríaco Jean Goss, que dirige en Viena el Movimiento Internacional de Reconciliación, expuso una "estructura esquemática de la acción no-violenta". (1)

Una síntesis de ese trabajo sirve aquí para dar una idea más concreta del camino no-violento. (2)

Hay dos grandes momentos o etapas en la acción no-violenta:

Primero: la preparación. No hay lugar para el espontaneísmo en la utilización de la no-violencia activa. Todo debe ser cuidadosamente preparado. Hay aquí un verdadero proceso educativo, de entrenamiento, que necesariamente toma su tiempo y que exige el desarrollo de una verdadera "pedagogía de la no-violencia activa". Se trata por esto de un momento creativo, de mucha reflexión y estudio.

Segundo: la acción. Es la etapa decisiva, que pone en juego y en tensión todos los recursos preparados con anterioridad, morales e intelectuales, inmateriales y materiales.

Cabe observar, en todo caso, que esta división no es rígida, en el sentido de que la una empieza cuando termina la otra. La primera etapa no cesa nunca de operar, porque siempre se está preparando la acción siguiente.

Es imprescindible entrar en más detalles:

A) La preparación: esta etapa puede dividirse en dos partes que, en la práctica, se dan con bastante simultaneidad. Ellas son:

1) Análisis de los conflictos. Se trata de conocer lo mejor posible la realidad sobre la cual se va a actuar. En particular, se debe identificar, con claridad fuera de toda duda, la injusticia que se desea eliminar. Más aún, como lo expresa Goss, "es preciso descubrir el plan que está en la base de la injusticia". Esto ayuda a encontrar el conjunto de las causas dentro de las cuales se genera una injusticia determinada, dándole un sentido político a la acción, que trasciende a la batalla específica que se va a dar y que se comienza a preparar.

Todos los grandes no-violentos insisten en la necesidad de ser muy cuidadosos en el análisis de la parte contraria. Si se quiere superar al adversario en su sentido de justicia, el no-violento debe empezar por ser justo con aquel a quien va a enfrentar para que abandone su posición o su actitud considerada injusta. Debe ser justo con su adversario. Esto significa la necesidad de hacer un balance cuidadoso de la acción cuestionada, para tratar de descubrir aquello que eventualmente pudiera ser aceptable o rescatable para la justicia.

2) Formación y preparación de grupos o comunidades de base. Este elemento, que es importante en cualquiera circunstancia, adquiere un relieve particular cuando el adversario a enfrentar disponga de medios abrumadores de represión, como en el caso de las dictaduras militares latinoamericanas. Aquí parece poseer, además de su eficacia normal, la capacidad de escapar a los efectos de la represión masiva, pues su pequeñez, su movilidad, su carencia de toda infraestructura pesada y su total descentralizaci6n, hacen imposible hasta al aparato represivo más extenso y mejor montado, tener un control sobre cada grupo o comunidad de base. Su represión es siempre muy difícil; su liquidación total es imposible.

Goss distingue tres aspectos en la labor de los grupos:

Uno: la preparación interior. El "alma no-violenta" no surge de la nada. Hay que formarla. Goss dice que "la firme convicción interior del grupo es decisiva para su fuerza de lucha y su eficacia; a lo largo de toda la lucha, las fuerzas espirituales deberán consecuentemente ser constantemente fortificadas y renovadas comunitariamente".

Dos: la preparación exterior. Es el aprendizaje de la actitud no-violenta en su forma de expresarse concretamente una vez comenzado el combate. Es el entrenamiento en el autocontrol para enfrentar situaciones como la burla, la provocación, la violencia. Goss: "Este ejercicio se hace de distintas maneras: por ejemplo, sirviéndose de las experiences de otros movimientos no-violentos o de ejemplos históricos, reflexionando sobre los problemas que entonces estaban en juego, por su dramatización, por el ejercicio de la actitud no-violenta en el seno del propio grupo, que se convierte en un excelente campo de entrenamiento, por su aplicabilidad en la vida personal y sus conflictos".

Tres: las tareas prácticas. Se refiere al momento en que se hace la elección de los métodos específicos que se van a aplicar en el conflicto dentro del cual se vaya a actuar. Se trata de elaborar "la estrategia de la acción", dice Goss.

Este proceso, que tiene indudablemente un carácter educativo, "deberá proseguirse a lo largo de todo el combate con las fuerzas que eventualmente se adhieran".

B) El combate no-violento: es la etapa en la cual se aplican, ya en la lucha misma, los métodos no-violentos. La secuencia recomendada por Goss está sacada de su propia praxis. Es la siguiente:

1) El diálogo. Para Goss el diálogo "constituye la viga maestra" de la acción no-violenta. Se funda "en el principio fundamental de la no-violencia: la fe en el hombre (... ) y en su capacidad de apertura a la justicia y a la verdad. Dejar el diálogo es desesperar del hombre, es un triunfo del pensamiento violento".

Goss distingue cuatro etapas en la forma de llevar a cabo un diálogo:

Primera: descubrir la verdad del adversario (respecto de su persona y de sus valores). "El adversario también tiene aspectos positivos, que debemos reconocer y apreciar". Es una forma de romper "el muro de los prejuicios" a fin de crear una base o punto de partida para iniciar el intercambio real de opiniones.

Segunda: descubrir y reconocer su propia responsabilidad en este conflicto (incluso en el caso de que sólo se trate de la pasividad en la que se ha permanecido hasta ese momento). Se procura impactar la conciencia del adversario, a fin de presionarlo y estimularlo a reconocer su responsabilidad en la injusticia.

Tercera: presentación de la injusticia. "No se trata en absoluto de denigrar a la persona o grupo adversario por una crítica negativa, sino de aclarar de forma inequívoca el estado de los hechos, la violación de los derechos, condenándolos de tal suerte, que esta condena invite a la solución común del conflicto".

Cuarta: aportación de proposiciones constructivas para la solución del conflicto. "No es el adversario el que, desde su perspectiva deba aportar proposiciones de solución, sino las víctimas, a partir de la experiencia concreta de la injusticia, proponiéndolas para la discusión".

Goss concluye: "El diálogo debe ser llevado a cabo con perseverancia y, tras los sucesivos rompimientos, ser siempre reemprendido. En caso de rompimiento definitivo, es preciso emplear armas más pesadas".

Esta parte puede parecerle a más de alguien, sobre todo si vive y sufre realidades como las dictaduras militares que abundan en el tercer mundo, como hechas a la medida de países con democracias parlamentarias o, por lo menos, con reglas de juego relativamente estables y objetivas. Ciertamente en algunas partes será muy difícil, cuando no imposible, cumplir con esta parte. No obstante, hay que retener su finalidad táctica, que parece importante dentro del combate no-violento: se trata siempre de desarmar al adversario, de no regalarle argumentos y dar comienzo a un combate de estilo superior, civilizado, sin violencia. Rechazar la posibilidad de solucionar el problema por la vía del diálogo puede ser el camino preciso para perder desde la partida todo prestigio y credibilidad, sembrando dudas respecto al deseo real de encontrar la salida menos conflictiva posible. En un combate donde la víctima de una injusticia lo es en gran medida por ser la parte menos fuerte, no cabe seguir un sendero que la debilite más todavía, como sucedería si rechaza intentar el diálogo. En cambio, hecho el esfuerzo lealmente, es el adversario el que pierde prestigio y, por lo tanto, fuerza, si cierra todas las puertas. En ese caso el no-violento puede dar el paso siguiente y pasar a "emplear armas más poderosas".

2) La acción directa."No es más que una transposición del diálogo del terreno privado al público".

El objetivo de esta etapa consiste en transformar la acción no-violenta en una fuerza social. Se trata de ampliar la base de apoyo, apelando al público. Las formas concretas variarán, según el contexto en que se realicen. Dentro de una dictadura no se podrá contar con un acceso importante a los medios de comunicación de masas como la radio, la televisión o la llamada "gran prensa" escrita. Pero será muy difícil impedir todo contacto con el público y, de hecho, acciones bien planificadas han logrado muchas veces tener gran impacto.

Goss insiste mucho que al llevarse ahora la lucha en forma pública "su carácter no-violento debe quedar claramente de manifiesto y sin equívocos. Ello presupone una preparación espiritual y práctica más profunda".

Esta etapa, tengo o no éxito "debe ser evaluada. Los fallos y las faltas de éxito pueden instruirnos. Un análisis más profundo permite iniciar nuevos pasos más eficaces".

3) Desobediencia civil y no-cooperación. Son las armas más pesadas de la acción no-violenta.

Agotados los recursos anteriores debe pasarse a la etapa del conflicto abierto y al empleo de la fuerza propia de los no-violentos. Desobediencia civil y no-cooperaci6n constituyen dos elementos difíciles de diferenciar.

Goss entiende por desobediencia civil el rechazo colectivo del sometimiento a leyes y órdenes injustas, asumiendo las consecuencias de esta actitud. Se trata en la práctica de una no-cooperación, pues, como él dice, "se niega la colaboración colectiva con un sistema o un régimen injusto, para quitarle la posibilidad de continuar imperando".

Las "armas" concretas a emplear varían, incluyéndose "la huelga local, la ocupación, el boycot, el ayuno, la huelga general y las más variadas formas de no-cooperación, por ejemplo, con un ejército de ocupación".

Para Goss "las armas pesadas de la no-violencia paralizan un sistema injusto mediante un rechazo masivo a colaborar (... ), pero por parte de los no-violentos no se destruyen ni vidas humanas ni medios de producción. El funcionamiento del régimen injusto se hace imposible por el rechazo de la mayoría de la población de continuar prestándole su colaboración".

Müller señala que la no-cooperaci6n se funda en el siguiente análisis:

"La fuerza de las injusticias sociales proviene de la complicidad que la mayoría silenciosa de los ciudadanos le prestan a esas injusticias." (3)

Y más adelante agrega:

"La estrategia de la acción no-violenta apunta a romper esa colaboración con las leyes, las instituciones, las estructuras, los sistemas, los regímenes, los estados que crean y mantienen la injusticia, a fin de paralizar sus mecanismos, de neutralizarlos. Se trata así de poner la mira en secar las fuentes de poder del adversario, privándolo del concurso donde él lo necesite para asegurar su dominación y dejarlo imposibilitado de hacer daño." (4)

4) El programa constructivo. Del proceso anterior surgen dos tareas que se van realizando dinámicamente.

La primera la proporciona el proceso por sí mismo, pues en su espíritu y en su estilo se empieza a anticipar o a anunciar casi proféticamente la alternativa, justa y fraterna, que se propone. Hay aquí todo un contenido programático.

La segunda tarea requiere un esfuerzo especial y sistemático, paulatino y sostenido, para configurar el programa global a ofrecer en el momento en que la situación haya madurado y sea necesario asumir la responsabilidad de reemplazar el sistema o régimen que oprime al conjunto de la sociedad.


Nota especial sobre desobediencia civil (5)

Este punto requiere algunas precisiones más. Parte de una premisa que desata polémica a pesar de venir de tiempos inmemoriales: LA LEY JUSTA DEBE SER OBEDECIDA, MIENTRAS LA LEY INJUSTA DEBE SER DESOBEDECIDA. La desobediencia civil es, pues, el no acatamiento de la ley injusta con la meta de hacerla ineficaz y obligar a los responsables a reemplazarla por una ley justa. De aquí nacen algunas reflexiones tendientes a poner en claro algunos conceptos involucrados en este punto:
1. Ley y Justicia no son siempre lo mismo. Pueden coincidir o no. Desde que existen leyes injustas esta diferenciación no admite dudas.

2. Legalidad y legitimidad tampoco son siempre lo mismo. En efecto, la "legalidad" es la ley existente, vigente, positiva, sea injusta o no. La "legitimidad", en cambio, es sólo la ley justa, o sea, aquella que merece y, por lo tanto, debe ser obedecida.

3. La desobediencia civil es un derecho y un deber. Es un derecho humano: nadie está obligado a aceptar una injusticia, aunque ella esté inserta en una ley. No existe autoridad o poder terrenal que pueda arrebatarle al ser humano este derecho. Es también un deber que obliga en conciencia, puesto que cada uno tiene la responsabilidad social de contribuir al bien común; y una ley injusta, por definición, atenta contra él. Hay el deber social de desobedecerla hasta lograr su desaparición.

4. La obediencia de la ley injusta es la que consuma la injusticia. La ley injusta, mientras no se aplica y obedece, permanece en el papel. Es el acatamiento de la misma la que transforma la injusticia en una realidad viva. Las tiranías existen y viven porque son obedecidas.

5. La desobediencia civil no persigue el caos o anarquía. No es el principio mismo de la ley lo que se combate, sino sólo su desviación, cuando es puesta al servicio de la injusticia. La ley tiene un rol vital que cumplir en la sociedad, consistente en organizarla de manera que la justicia esté presente y sea efectiva en todas las relaciones humanas, de cualquier tipo que sean.

6. La paralizaci6n de un sistema injusto mediante la desobediencia civil persigue la puesta en marcha de un sistema justo. Así pues, cuando se afirma que mediante actos de desobediencia civil hay que llegar a "hacer ingobernable el país por una dictadura", no se está sosteniendo, como es lógico, que se vaya a impedir su gobernabilidad en forma absoluta, arrastrándolo al caos o a la anarquía. (6) Se trata sólo de ponerle fin a la dictadura, haciéndole imposible, por la desobediencia civil generalizada, su existencia. La desobediencia civil sólo pretende hacerle ingobernable el país a la dictadura, a fin de que pase a ser gobernable por la democracia.

7. El precio a pagar por ejercer la desobediencia civil puede ser grande, pero es muy difícil que llegue a ser mayor al que se pagaría a través de una vía violenta armada. El régimen de opresión se aferra siempre al poder y no se va de buena gana. Hay que forzarlo a irse, mediante la presión que emana de la desobediencia civil. Esto implica correr riesgos y aceptar pagar precios que pueden ser altos, pues la represión será ejercida hasta donde le sea posible. Una sola cosa es casi segura: el precio será menor que si se elige la vía violenta, porque entonces el poder constituído no tendrá ninguna inhibición para desatar su violencia. La desobediencia civil, al igual que los demás métodos no-violentos pueden y deben, con un manejo táctico flexible y hábil, inhibir al máximo la violencia del sistema.


NOTAS

(1) Cf. Jean Goss: La no-violencia, sus métodos de acción a partir de experienclas concretas, en: La no-violencia evangélica, fuerza de liberación, Encuentro de Obispos de América Latina, Barcelona 1978, pp. 76-98. Todas las citas siguientes provienen de este ensayo.

(2) Cabe dejar constancia de que el esquema de Jean Goss es sólo una pauta que debe adaptarse, en cada caso concreto, a las situaciones históricas respectivas. Su propuesta es, ciertamente, fruto de una larga y rica experiencia, pero que calza mejor, en su forma completa, en el marco de las democracies existentes en las potencias industriales. Ella podría plantear algunas dificultades en el marco de dictaduras totalitarias o autoritarias de derechas o izquierdas.

(3) Müller, Jean-Marie: Significado de la no-violencia, Lyon 1980, tradurción propia, p. 12. Gandhi explicitó siempre esta misma teoría sobre el poder. Cf. al respecto a Lagos, Gustavo: "La no-violencia, teoría y práctica". Santiago 1983, pp. 40-46.

(4) Müller, Jean-Marie, op. cit. en Nota 3, p. 12.

(5) Cf. Boye, Otto: "Desobediencia civil", en: Análisis Nº 68, 8 al 22 de noviembre de 1983, p. 33.

(6) Esta afirmación, hecha sin la precisión que aquí se intenta, puede proyectar esa imagen de caos y anarquía.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home